Las herramientas que utilizamos permiten programar todo tipo de aplicaciones: creaciones artísticas y musicales, simulaciones educativas, videoclips, todo tipo de aplicaciones interactivas… y ese uno de los motivos de su éxito, ya que estudiantes con muy diversas motivaciones pueden expresarse trabajando en el tipo de programa que más les interesa.

Sin embargo, los videojuegos y las apps para dispositivos móviles tienen varias características que las convierten en un recurso educativo magnífico.

Por un lado, existen estudios científicos que demuestran que los jóvenes encuentran más motivador y placentero el programar sus propios videojuegos que jugar a sus videojuegos favoritos. El nivel de motivación y de implicación de los estudiantes es impresionante y para nosotros, como docentes, ver cómo son los propios alumnos los que nos reclaman seguir aprendiendo o enseñar conceptos más avanzados, es realmente satisfactorio.

Por otro lado, el desarrollo de apps para móviles nos ayuda a desarrollar el trabajo en equipo y el espíritu emprendedor de nuestro alumnado, introduciendo en el aula un cierto espíritu start-up, en el que los chavales detectan una necesidad, imaginan una solución, desarrollan una aplicación que la implementa, la promocionan y la ponen a disposición de la sociedad y recogen feedback y comentarios para mejorar la siguiente versión.