Aunque hay muchos recursos de Code.org que nos encantan, desde luego los objetivos finales y los valores de esa organización no son los mismos que los que mueven a Programamos. Y esto es algo que su fundador y CEO pone claramente de manifiesto con algunas de sus reacciones. Así, cuando hace unos meses un conductor de Uber que le llevaba al aeropuerto a las 05:30 am le comentó que era profesor de matemáticas y que antes de ir al instituto tenía que dedicar unas horas a trabajar para esta empresa de transporte para poder llegar a fin de mes, a Hadi Partovi le parece de lo más normal, y no se corta en poner un tuit diciendo que le ha animado a que aprenda informática en la web de Code.org.
My 5⭐️ Uber driver, Court, drove me to the airport before going to the high school where he teaches math. En route I convinced him to become a computer science teacher, thanks to workshops by @codeorg. Nominate a teacher you know to teach CS. https://t.co/2wK4xC5a6R @dkhos pic.twitter.com/eCr103apnN
— Hadi Partovi (@hadip) April 8, 2019
El proceso de Uberización de la educación es uno de los desastres analizados por Audrey Watters en su artículo Las 100 peores debacles de la década sobre tecnología educativa. Así, existe un movimiento global -también en España- que defiende que terminar con las regulaciones en el mundo educativo y, especialmente, con el modelo de escuela pública, haría que naciera el Uber de la educación, «un nuevo modelo que empodere a las personas», en palabras de la Secretaria de Educación de los Estados Unidos. Sin embargo, Audrey Watters nos recuerda en su artículo que si algo hemos aprendido «tras una década de economía colaborativa, es que se ha demostrado que se basa en la explotación, no en la innovación»:
Y, por supuesto, muchos docentes se encuentran trabajando como conductores de Uber mientras luchan para llegar a fin de mes con sus salarios. De hecho, Uber tiene campañas de marketing dirigidas directamente a docentes, alentándolos a hacer de la compañía de viajes compartidos su segundo trabajo, y ofreciendo a los docentes en algunas ciudades donar un pequeño porcentaje de cada tarifa de viaje a sus aulas.
Desde luego, como ciudadano y aunque solo fuera desde un punto de vista exclusivamente egoista, yo preferiría que los docentes de mis hijos tuvieran un sueldo y unas garantías que les permitieran dedicar sus horas libres a descansar, a vivir, a aprender más y a preparar mejores clases, y no que tuvieran que buscar un segundo empleo precario para poder sobrevivir. ¿De verdad como sociedad queremos ir hacia el segundo escenario? ¿Quién gana con una situación así?
En cualquier caso, aunque hayamos comenzado el texto con el desafortunado tweet de Hadi Partovi, esta entrada no debe entenderse como una crítica generalizada a Code.org. Muchos de sus recursos son fantásticos y de hecho los recomendamos muy a menudo. Pero a veces no hay que olvidar qué empresas están detras de ciertas iniciativas y qué intereses son los que realmente persiguen. Y ese es uno de los motivos por los que, por ejemplo, en Programamos nos volcamos mucho más con Code Week, la Semana Europea de la Programación que promueve la Comisión Europea, que con iniciativas como la Hora del Código.
La imagen de cabecera es una obra derivada de
la original de Humphrey Muleba en Unsplash
[…] Eso sí, también es importante conocer cuál es la filosofía de partida de esta plataforma. Detrás de ella están las grandes multinacionales interesadas en que nuestros alumnos y alumnas se “conviertan” en programadores informáticos: Google, Amazon, Facebook, Microsot…entre otras. Esto es algo muy a tener en cuenta como docentes. Nos debe hacer que nos cuestionemos algunas preguntas ¿Cuál es nuestro horizonte como docentes a la hora de ofrecer este tipo de contenidos? ¿Es producente introducir este tipo de habilidades con un sentido finalista como el laboral o el económico? ¿Tiene coherente desde un punto de vista pedagógico que hagamos esto? Yo creo que no. Pero no sólo desde un punto de vista ético (en ocasiones es hasta moral esta posición), estoy en contra porque estoy en contra las multinacionales o del liberalismo, …, sino que es absurdo hasta desde la misma óptica planteada por estas empresas, porque puestos a ponernos frente a una bola de cristal y predecir el futuro laboral en de la próxima década, ¿quien nos dice que futuro laboral o económico en ese futuro será como el que hoy día conocemos? ¿Quién nos dice que no será la IA la que facilite la producción de Software y que por tanto los programadores se conviertan en una profesión para el estudio de los antropólogos? Con esto quiero decir, que servirnos de estas plataformas para desarrollar habilidades como la atención, la perseverancia, la resolución de problemas, para desarrollar los elementos del Pensamiento Computacional también (descomposición, abstracción, búsqueda de patrones y producción de algoritmos), porque creamos que son habilidades deseables en nuestro alumnado, genial. Dar la vuelta a la tortilla, ser nosotros quienes nos servimos de estas multinacionales para desarrollar ciertas habilidades, siempre con una conciencia crítica de los intereses que hay detrás de ellas.En este sentido, recomiendo el artículo de Jesús Moreno, dedicado precisamente a este tipo de plataformas, “La uberización de la educación“. […]