Este artículo es un experimento que trata de poner a prueba a un sistema de inteligencia artificial que genera textos automáticamente. Se llama GPT3, y fue creado por el laboratorio de investigación OpenAI.

La idea detrás de GPT3 es simple: se entrena a una red neuronal para que aprenda a generar textos a partir de un conjunto de datos anotados. Para ello, se le proporciona un gran corpus de texto (como el Wikipedia), y luego se le pide que genere nuevos textos a partir del contenido del corpus. El resultado es un sistema capaz de generar textos en cualquier idioma, con un nivel sorprendente de coherencia y precisión.

GPT3 ha sido puesto a prueba en varios contextos, y ha demostrado ser capaz de generar textos correctos en muchas situaciones diferentes. Por ejemplo, se ha utilizado para traducir documentos legales, generar resúmenes de documentos y predecir el resultado final de eventos deportivos. En todos estos casos, GPT3 superó significativamente a otros sistemas existentes.

Estos sistemas, como GPT3, no son soluciones infalibles, por tanto, y presentan diferentes problemas y limitaciones a la hora de utilizarlos para generar textos automáticamente en diferentes contextos.

Algunos de estos problemas son:
* No pueden generar texto a partir de una entrada vacía, por lo que es necesario introducir algún tipo de input para que funcionen.
* A veces, los resultados no tienen sentido y no se ajustan al contexto.
* Pueden ser lentos y costosos de entrenar.

Como estos sistemas de inteligencia artificial son ya una realidad e interactuamos con ellos en muchos ámbitos de nuestras vidas, es necesario que los docentes ofrezcan a sus estudiantes actividades en las que puedan usarlos y manipularlos, para entender sus oportunidades pero también sus riesgos y limitaciones. Por ejemplo, los docentes podrían usar la reconocimiento facial para identificar a sus estudiantes en clase y confirmar su asistencia.

Los docentes también podrían usar el reconocimiento de voz para controlar las interrupciones en clase. Los alumnos que necesitan ayuda podrían levantar la mano virtualmente y ser atendidos por el sistema. De este modo, los docentes tendrían más tiempo para responder a las dudas de todos los estudiantes.

En cuanto a las limitaciones, es importante que los docentes expliquen a sus estudiantes cómo funcionan estos sistemas y qué datos recopilan sobre ellos. También deben advertirles sobre los riesgos de compartir información personal con ellos, como por ejemplo, si se les pide que hablen sobre un problema personal en clase.

En definitiva, cuando se trata de inteligencia artificial y educación, la clave está en considerar cómo se pueden utilizar los sistemas de inteligencia artificial para mejorar el aprendizaje y duplicar las eficacias educativas. No hay una respuesta única, ya que depende del contexto particular de cada país y de la capacidad y disponibilidad tecnológicas. Sin embargo, se necesitarán modelos más sofisticados de inteligencia artificial que tengan en cuenta las características específicas de los alumnos y sus escuelas, así como el papel del docente en el proceso educativo.

 

Llegados a este punto, ¿serías capaz de detectar qué partes de este artículo han sido escritas automáticamente por GPT3?

Para comprobar si has acertado, puedes abrir esta imagen, en la que los textos generados por GPT3 aparecen marcados en verde. ¿Habías detectado correctamente todas las secciones generadas automáticamente? 🙂

Cuestiones como esta, relacionadas con el impacto social y educativo de la inteligencia artificial, son las que se tratan en el curso que estamos desarrollando con el Centro del Profesorado de Sevilla, del que ya os hablamos hace unas semanas. Y pensando en quienes no han podido matricularse, en cuanto finalice el curso publicaremos todos los materiales y recursos que hemos usado durante las sesiones que componen esta acción formativa.