Este año se cumple el 50 aniversario de la creación de Logo, el lenguaje de programación pensado para su uso en las escuelas que desarrollaron Seymour Papert, Wallace Feurzeig, Daniel Bobrow y Cynthia Solomon. (Por cierto, en Programamos tenemos una sorpresa espectacular para celebrar esta efeméride, de la que os hablaremos en unos días).

Durante los años 80 muchas escuelas de EEUU y de diversos rincones del mundo incorporaron la programación informática a su día a día. Sin embargo, tras unos años de protagonismo, ilusión y grandes expectativas, la programación desapareció del panorama educativo durante décadas. ¿Cuáles fueron las causas de esta desaparición? Autores como Mitch Resnick, Yasmin Kafay o Miles Berry coinciden en que quizás el mayor factor fue la falta de formación de los docentes. Así, muchos de los docentes que se lanzaban a trabajar con Logo se limitaban a realizar ejercicios simples de introducción con los que los estudiantes – y los propios profes – se aburrían y terminaban abandonando su uso. (Por supuesto también hay muchas excepciones a esta afirmación, con proyectos fantásticos y extraordinarios con Logo)

Recientemente, con la aparición de lenguajes de programación visuales basados en bloques, entre los que destaca Scratch, hemos sido testigos de un resurgimiento del uso de la programación en las escuelas. Por todo el mundo, también en España, vemos docentes que han comenzado a utilizar la programación en sus clases. Desde Programamos, convencidos de la potencia de la programación como herramienta para desarrollar el pensamiento computacional y adquirir otras habilidades y competencias, vemos este movimiento con una inmensa alegría.

Sin embargo, venimos detectando desde hace un tiempo algunas señales que nos hacen temer que la historia pueda repetirse y que, tras unos años de protagonismo, el uso de la programación en las escuelas vuelva a desaparecer.

Por ejemplo, escuchamos de boca de docentes que han tenido un cierto contacto con Scratch frases como las siguientes:

Scratch es para niños pequeños.

Scratch es demasiado simple.

Los proyectos que se pueden hacer en Scratch son una chorrada.

Scratch solo sirve para pasear muñecos por la pantalla. Así no se aprende nada.

Para trabajar las matemáticas no tiene sentido usar Scratch.

Es evidente que nosotros no estamos de acuerdo con ninguno de estos «mitos»:

  • Scratch no es (solamente) para niños pequeños. En muchas universidades se usa como lenguaje de introducción a la programación en los primeros cursos. Por ejemplo, en el curso CS50 de la Universidad de Harvard.
  • Scratch no es demasiado simple. Aunque está diseñado para que dar los primeros pasos sea muy sencillo, Scratch permite realizar proyectos realmente avanzados, como esta réplica de Super Mario, esta de Tetris, o este videojuego de Star Wars por plantear tan solo unos ejemplos.
  • «Paseando» personajes por la pantalla se pueden aprender muchas cosas. Por ejemplo, para programar esta versión de Angry Birds se trabajan conceptos como aceleración, gravedad, trayectorias… En nuestro blog hemos hablado muchas veces de cómo incorporar la programación y el pensamiento computacional a las artes o a la física, por ejemplo. Y existen miles de estudios (literalmente) que recopilan proyectos para trabajar conceptos matemáticos o de representaciones gráficas de funciones. Pero además existe evidencia científica de que el uso de la programación como herramienta educativa mejora el aprendizaje de materias como las matemáticas, los idiomas, las ciencias o la narración, entre otras.

Ejemplo de las cosas que pueden llegar a hacerse con Scratch

Entonces, ¿por qué creemos que puede repetirse la historia?

Quizás el hecho de que se ha puesto de moda usar la programación y la robótica en la escuela haga que existan centros educativos y administraciones públicas que quieran apuntarse al movimiento, pero sin realizar la inversión necesaria en formación para que los docentes aprendan a programar y conozcan estrategias de introducción de la programación en diferentes niveles y disciplinas.

El problema es que, como es lógico y como se ha visto en estudios científicos, cuando los docentes no están bien formados y se lanzan a usar la programación en sus clases, no se consiguen los objetivos previstos, e incluso se produce un impacto negativo en los resultados de aprendizaje. Y por supuesto, los estudiantes se aburren muy pronto de mover al gatito de Scratch por la pantalla de un lado a otro y de mostrar bocadillos de texto.

Desde Programamos consideramos fundamental, por tanto, concienciar a las administraciones públicas de que, si se desea que los docentes puedan incorporar esta herramienta a sus clases con garantías, no hay otra alternativa que ofrecerles una formación de calidad. De este modo estaremos sentando las bases para tratar de que, al contrario de lo que ocurrió hace 20 años, la programación y el pensamiento computacional no desaparezcan en esta ocasión de la agenda educativa tras unos años de protagonismo.

 

Nota 1: No debe entenderse esta entrada como una defensa a ultranza de Scratch. Para nosotros Scratch es simplemente una herramienta (una muy buena) para desarrollar el pensamiento computacional y adquirir otras habilidades y competencias. Pero no es, evidentemente, el fin, sino simplemente un medio. Y, por supuesto, no es una herramienta perfecta, ni mucho menos, ya que tiene sus problemas y sus limitaciones.

Nota 2: esta entrada fue escrita tras una conversación con Bernat Orellana en Twitter. Aprovecho para saludar afectuosamente a Bernat, a quien no conocía y a quien seguiré con atención a partir de ahora, ya que parece una persona realmente interesante. Es un verdadero placer intercambiar opiniones con amabilidad, educación y respeto.